I
¿Quién eres?¿Adónde vas?
¡Oh Diosa de las mil máscaras!
Es aquella que accedió
las transparencias de las auroras
con los pies desnudos
y el corazón
cargado de jazmines
y alelíes.
Es aquella que aparejó
las distancias del deseo
con locuras a sotavento.
Es aquella que accedió
a la inocencia del día
en la grupa de Sagitario
y aventó con flechas de polen
las nieves y arenas.
Luna fértil.
Madre de alumbre y presagios.
Lluvia conciliada.
Mujer nacida de mujer.
Desgastada por dulces savias
y espumas de cobre
lamió su cuerpo de sal.
Es la misma que inmolaron
los sagrados asesinos
sobre piedras extenuadas.
Peregrina
su sangre fluye
en la esencia del mar
en la espiga cosechada
en los besos con sabor a azafrán
en el pan de la infancia
en la armonía del olvido.
¡Oh Diosa de las mil máscaras!
II
Acecha la luna blanca
sobre las blancas dunas
embriagándose la noche
de verdes silenciosos.
Mientras
la mujer con máscara de liquen
muslos de pálido oro,
lengua de mariposa
muerde la fruta bestial.
Vaticino de besos navegando la senda pura
de cuerpos ofrecidos,
y los acantilados vírgenes
durmiendo en las manos.
Toda llama azul,
rosa sin sangre,
alberga fiebre
de la amante inmolada
a los ritos del amor.
Toda una ley pétrea,
sino y cargamento,
para aquella que bebió
en el calvero de una manzana
la transgresión de un Dios.
III
En el ritmo falaz
de sueños espejados
en suspiros, grietas,
lágrimas y latidos
resucito en milenarios regresos
de ceniza y sangre
y óseos paradigmas.
Rehén de ancestrales profecías
habito fabulas extenuadas.
Cautiva del dios nocturno
que descansa en mi lecho
cuestiono los muchos siglos de viaje
de este irrevocable destino
desarraigado por un gran soplo.
Génesis
convocante del desnudo atavío
que me acosa
me envuelve
me ahoga
y plasma en muros
mi cauce azul.
Huésped involuntaria
de una historia
donde toma sitio la perversa tentación
de aquél que es germen de agua y tierra,
fatua imagen de un dios escultor
que a la hora de cincelar
una estrella hembra
se limitó a modelar una costilla de barro.
Impenitente
desdoblada semilla del viento,
floreceré mi faena
en esa esposa paloma mujer,
en aquella mujer cesto madre,
en la loca amante malva.
Y seré otra.
Soledosa piedra jade.
Señera obstinada luna.
Ajena
a ese extraño designo del lenguaje
que limita en letras
las alas de mi esencia.
Anny Guerrini
Recibió varios premios literarios en poesías, cuentos y la Faja de Honor de la SADE (2000) por su novela “Doncella de venus”. Ha publicado 11 libros desde 1991 a 2018.]
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