En literatura, el ritmo hace referencia al avance de la narración. De hecho existen tres niveles de ritmo narrativo:
1- Ritmo fónico: que se refiere a la musicalidad y la repetición de palabras. La prosa tiene que ser como la música: no puede haber notas discordantes. Si leemos el texto en voz alta y alguna palabra desentona o rompe el ritmo natural, es mejor cambiarla. Trucos como cambiar de singular a plural, usar sinónimos, o modificar el tiempo verbal, puede eliminar esas cacofonías.
2- Ritmo sintáctico: la cadencia y construcción de las frases. Algunos conocedores dicen que las frases largas son remansos y las cortas, en tanto, torrentes. Convertir una frase muy extensa en una más breve puede cambiarle el ritmo a la narración de una historia.
3- Ritmo narrativo: referente a la extensión y contenido de los párrafos, y de la historia en general. No es lo mismo escribir una escena de acción, que describir sentimientos o ambientar una escena, pero todo esto se puede crear de la forma más adecuada sin caer en los excesos. Normalmente, si se abusa de las subordinadas sin saberlas manejar bien, el texto se alarga y el lector se pierde.
El ritmo debe ser equilibrado, no puede ser tan fuerte que nos ensordezca, ni tan suave que nos duerma.
Colaboración de Cecilia Stanziani
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