“Tú que fuiste mi única patria ¿en dónde voy a buscarte? Tal vez en este poema que voy escribiendo”.
Flora Alejandra Pizarnik, El infierno musical, 1971
“El viento es un trozo de oxígeno disfrazado de fantasma, que vaga silbando, una canción que nunca pasa de moda”.
Flora Alejandra Pizarnik, Diarios, 1954
[Alenjandra Pizarnik, poeta y traductura argentina, nació en Avellaneda, provincia de Buenos Aires (1936-1972. Cursó la carrera de Filosofía y Letras en la Universidad de Buenos Aires, pasó por la Escuela de Periodismo y luego estudió pintura en el taller de Juan Batlle Planas. Entre 1960 y 1964, se radicó en París, Francia, donde trabajó para la revista Cuadernos para la liberación de la cultura y para algunas editoriales, publicó poemas y críticas en varios diarios, estudió Historia de la Religión y Literatura Francesa en la Sorbona y tradujo a varios autores, como Antonin Artaud, Henri Michaux, Aimé Cesairé, e Yves Bonnefoy. Allí fue donde conoció al escritor Julio Cortázar, con quien entabló una amistad que duró hasta el día de su muerte. De regreso en Buenos Aires, publicó los que luego serían algunos de sus libros más reconocidos: Los trabajos y las noches (1965), Extracción de la piedra de locura (1968) y El infierno musical (1971). En 1968, recibió la beca Guggenheim y en 1971, la Fullbright, programa que sin embargo no llegó a completar.
Entre las tantas anécdotas de esta escritora, existe una que asegura que Julio Cortázar, su gran amigo, no tenía quién le pase a máquina Rayuela. Para que tuviera un poco de plata, le dio Rayuela a Alejandra Pizarnik, para que la tipee, pero ella la extravió dentro de su departamento y por un tiempo evitaba hablar con Cortázar hasta que encontró los originales. Se imaginan un mundo sin Rayuela?”.]
Colaboración de Cecilia B. Stanziani
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