“No quiero ir
nada más
que hasta el fondo”
(Alejandra Pizarnik)
El despertador se despierta con sus dos brazos verticales, firmes entre la prosperidad y la penuria. La gata, que dormía a los pies, reclama su rutina. Resignado se levanta, se viste a oscuras y a tientas y le sirve su alimento. Se lava la cara sin mirar el espejo. Calienta el agua, mientras le ordena al ordenador que se encienda. El trabajo espera urgente sin horario, la cuarentena gobierna. Abre los correos, abre los archivos y, para sentir que comienza un poco más lento y menos automático, se toma un mate y enciende la radio desde su celular.
Sobre los hombros escucha las voces, pero no las oye, le pesa la atracción masiva de la incertidumbre por perder uno de sus trabajos; sobre su espalda carga el tiempo que no ganó en consecuencia. Menos trabajo, menos tiempo, menos dinero, más horas labradas. El gobierno ajusta. Cada mate, mecánicamente cebado, entrecorta cada pensamiento que son los mismos de ayer y presiente que serán los mismos de mañana. Poco a poco la yerba se desbasta sorbo a sorbo y la mustia Señora Angustia lo invade desde las narinas. El balcón ofrece un día gris, aunque el sol se abanique entre las ondas púrpuras, fucsias y anaranjadas. La gata duerme satisfecha sobre una silla a su izquierda. El trabajo espera impaciente. La financiación será difícil, la gravedad del tiempo transmuta.
Debe retomar el deber. Vuelve a lavarse la cara sin mirar hacia el espejo, vuelve a ver la pantalla azul, vuelve a la rutina de ayer, vuelve a la resignación de la estación de tren que espera que arribe siquiera una ilusión. Eleva la mirada por encima del monitor. Los colores siguen allí y asiente. El balcón sigue allí, el balcón está aquí, el balcón quedó allá.
Por Diego Obiol.
[Diego Obiol, en sus palabras: Bahiense, carpintero de aluminio, instructor de sobrecarga, farmacéutico -egresado de la UNS- y doctorado en bioquímica por la misma Universidad. Desempeñé la profesión en Ushuaia y en Gral. Roca. Actualmente me encuentro terminando el posdoctorado en el laboratorio de biofísica del IFISUR-UNS-CONICET. Ejerzo la docencia en el departamento de biología, bioquímica y farmacia y en el departamento de física ambos de la UNS. Además, como docente de química en un colegio secundario. He sido galardonado mayormente en el género narrativa, aunque también he obtenido varios reconocimientos en poesía. He participado de múltiples antologías, he escrito algún prólogo y alguna contratapa de libro; y entre los reconocimientos, el mayor honor que obtuve fue que un concurso literario llevara mi nombre.]
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