En la explanada se confunden
el olor a hierro del hierro
y el aroma a hierro de la sangre.
El Rey yace, muerto.
Del cruento y fugaz asalto
Sólo uno queda en pie.
Una herida le marca el rostro
Y en un peldaño descansa su sien.
Con los ojos abiertos, mira;
Con el resto del cuerpo, sueña.
En el cuello del Rey, la llaga late;
En las afueras del reino, ríe la gente.
Ya no queda vida en la planicie,
Donde cinco combatieron y se dieron muerte.
Separados por el credo se encontraron,
Y el destino, con poderosa malicia,
En el Fin los unió a su antojo.
Desde el cielo grazna una sombra,
Sus alas cubren el sol.
Dos más se acercan al vuelo
Y los tres planean en el campo de batalla.
El primer buitre da un chillido que anuncia el descenso.
Lo sigue el resto y, en segundos, el banquete comienza.
[Marcelo Carignano: Nació el 19 de mayo de 1982 en Bahía Blanca. Cursó estudios primarios y secundarios en las escuelas medias de la UNS. En la UNLP curso estudios de Literatura y Periodismo. Actualmente trabaja en el diario El Día de la ciudad de La Plata y como asesor de prensa en el Ministerio de Producción de la Provincia de Buenos Aires. Está casado con Bárbara Iribarne y tiene dos hijos, Felipe y Patricio.]
el olor a hierro del hierro
y el aroma a hierro de la sangre.
El Rey yace, muerto.
Del cruento y fugaz asalto
Sólo uno queda en pie.
Una herida le marca el rostro
Y en un peldaño descansa su sien.
Con los ojos abiertos, mira;
Con el resto del cuerpo, sueña.
En el cuello del Rey, la llaga late;
En las afueras del reino, ríe la gente.
“¿Nadie escuchó la refriega?
Sin dudas, el viento la llevó lejos,
A las puertas del palacio y afuera”..
Piensa el asesino, libre ya de complejos.
No se escuchan pasos en la escalinata
Ni se ven soldados arribando a la glorieta.
¿Quién llegará primero a besarle la frente
Sin dudas, el viento la llevó lejos,
A las puertas del palacio y afuera”..
Piensa el asesino, libre ya de complejos.
No se escuchan pasos en la escalinata
Ni se ven soldados arribando a la glorieta.
¿Quién llegará primero a besarle la frente
Al Rey caído?
Ya no queda vida en la planicie,
Donde cinco combatieron y se dieron muerte.
Separados por el credo se encontraron,
Y el destino, con poderosa malicia,
En el Fin los unió a su antojo.
Desde el cielo grazna una sombra,
Sus alas cubren el sol.
Dos más se acercan al vuelo
Y los tres planean en el campo de batalla.
El primer buitre da un chillido que anuncia el descenso.
Lo sigue el resto y, en segundos, el banquete comienza.
Por Marcelo Carignano
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