Somos animales de costumbres y la rutina no nos brinda la oportunidad de observar y analizar los eventos desde otro lado. Por ello, para entrenar la observación es necesario cambiar. Modificar las pequeñas rutinas que cada uno se implanta. Por ejemplo, levantarse media hora más temprano o más tarde, desayunar algo diferente a lo acostumbrado, viajar hasta el trabajo por un camino diferente (aunque sea más largo), tomar otro camino si sale a caminar, hacer las compras en otro local, comer algo que tiempo atrás no era de su agrado, leer un autor (reconocido o no) que nunca haya leído, dibujar o pintar o escribir si es algo que no realiza habitualmente, etc.
En definitiva, la idea es incrementar la entropía mental, mantener al cerebro en estado de sorpresa; es decir, salir de la célebre “zona de confort”.
Colaboración de Diego Obiol.
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